martes, 13 de marzo de 2018

La Puerta XXIX



Esta narración  es una continuación del cuadro "La Guardiana del Secreto".

Blanca cruzó la Puerta XXIX
y allí encontró al niño azul que estaba meditando. No quiso molestarlo, pero en cuanto se estaba por ir,
él le habló.
-Ya sé que estás ahí. ¡Adelante!
Ven a sentarte conmigo.
Ella se acercó y se sentó a su lado.
-Sé que vienes a preguntar acerca de tus visiones. Sé todo de tí. Quieres saber si son reales.
Mira este espejo con atención, me ha acompañado a lo largo de todas mis encarnaciones, pero no siempre supe verlo. En una de mis antiguas vidas fui astrónomo y astrólogo. Dibujaba mapas del cielo, creía que en él podría encontrar la respuesta a mi pregunta,  pero en las otras vidas no pude hallarlo.
Entré a este templo buscando algo pero no sabía qué.
Despues de mucho meditar, el lama se acercó y me dijo: Esto te pertenece. Ahora sí podrás reconocerlo y me entregó un espejo que contiene el reflejo del cielo en su interior. Yo lo miré y pude verme a mí mismo a través de las estrellas y recordé quien era. Recordé por qué estoy acà. Recordé que te estoy esperando. Sabíamos que ibas a cruzar esa puerta.
Tu don te condujo hasta aquí.
Ella le preguntó :
-¿Eso significa que mis visiones se van a hacer realidad?
Él la miró y dejó escapar una lágrima.
-¿Tú también puedes ver lo que veo?
Él se quedó un instante en silencio y suspirando le dijo:
-El tiempo tal como se lo conoce es una ilusión de la mente. El pasado, presente y futuro convergen en un mismo punto de luz. Por eso sé sobre tu don. Cuanto mas me he adentrado en mí,  mas he conocido los secretos del universo. Y es por eso que tu capacidad puede mostrarte lo que ya se ha escrito.
Es decir, el tiempo para el alma no existe.
La niña de cabellos blancos se quedó observando atentamente sus ojos y le pareció recordar los mismos,  pero en otro rostro.
De repente,  lo supo, él era el anciano con ojos tan luminosos como el sol a quién ella le había entregado su secreto...

(Cuadro 30cm x 30cm)