Este cuento lo escribió mi mamá Marta inspirada en el
cuadro. Agradezco especialmente a Griselda Flores, un ángel que me abrió las
puertas de este Mundo tan mágico de las Flores de Bach.
Había una vez
un rey, una reina y una princesa. El lugar donde reinaba en un principio era
próspero. Sus tierras eran fértiles porque el agua cristalina del arroyo regaba
los cultivos y calmaba la sed de los animales. Todo marchaba armoniosamente, la
gente era alegre y solidaria y todos agradecían al rey por cumplir tan bien su
función de gobernar. Generalmente los reyes eran muy soberbios y se creían dioses y todos los demás sus
súbditos, los que tenían que obedecer. Pero este rey: Salomón, era diferente.
Muy bien puesto tenia ese nombre. Ya que todas las decisiones que tomaba eran
muy sabias. Rara vez se equivocaba.
Muchos lo consideraban un Dios y esa fue la gran
equivocación.
Ningún hombre
puede soportar tamaña presión. Ser venerado como un Dios, es demasiado. Él era un hombre y como tal cayó en una
profunda depresión y poco a poco se fue aislando. La reina estaba muy preocupada
y ni hablar de su hija Margarita que nunca había visto a su papa tan triste.
La reina tuvo
que ocupar el cargo del rey, pero no era lo mismo. Dios le había dado el Don de
la sensibilidad pero no de la sabiduría y a veces sus decisiones no eran las
correctas.
Y mientras
tanto, Margarita veía como el reino poco a poco se iba cayendo a pedazos.
¿Qué había pasado con Salomón?
¿Por qué se había encerrado en sí mismo y no quería hablar
con nadie? Ni siquiera con su esposa que la pobre estaba tan ocupada que ya no tenía
tiempo de estar con su hija. La princesa decidió ir a hablar con el sabio del
reino.
Montó su caballo y sin decir una palabra a nadie una noche
de luna llena galopó hasta llegar a la casa del sabio Tolomeo. El cual la recibió sorprendido y un poco
enojado porque no era propicio que una joven de 16 años saliera sola a esas
horas de la noche.
Pero al verla tan angustiada, se compadeció de ella y la
escucho:
-Don Tolomeo, estoy muy preocupada por mi padre. Se encerró
en su habitación, no quiere hablar con nadie, ya no canta, ya no ríe. ¡Se ha
vuelto tan ermitaño! Tengo miedo de que el reino se rompa en mil pedazos.
Ante el
llanto de la princesa el sabio se compadeció de ella y le dijo:
-Querida Joven, yo no tengo la solución a tu problema pero
he visto que tú tienes un Don.
-¿Cual? Le preguntó la princesa.
-El Don de la atravesar Portales del Tiempo
-Ahh , dijo Margarita, ¿y eso qué es?
-Querida niña: Ese don es fundamental para viajar al pasado
y conocer el lugar donde vivía el Doctor Bach, un sabio como yo, que trabajaba
con unas flores mágicas. Tal vez las que necesite tu padre para salir de ese
estado en el que se encuentra.
La princesa entusiasmada le rogó al sabio que la llevara a
ese lugar
-Tranquila muchacha, voy a prepararte una poción para
estimular el chakra que te permitirá potenciar tu Don y viajar a través del
tiempo y conocer a este sabio. Pero eso sí, el viaje lo tendrás que hacer sola,
yo no puedo acompañarte.
A lo que la joven decidida le respondió: ¡Por mi padre haría
cualquier cosa!.
Bueno, dijo Tolomeo. ¡Que así sea!
En un
recipiente empezó a mezclar unas sustancias raras, desconocidas para Margarita
y cuando terminó se las dio a tomar. En unos
minutos la joven se sintió rara, liviana como una pluma, sin control de su
cuerpo el cual vagaba por el aire hasta desaparecer. Ella cerró los ojos y se
dejo llevar. Cuando los abrió se encontró en un bosque, lleno de flores extrañas,
un arroyo, un puente y a lo lejos una casa.
¿Sería la del
sabio Bach?
Decidida como
nunca se dirigió allí…
Pero cuando empezó a caminar las piernas le temblaron y cayó de rodillas y por más que intentaba levantarse no podía. Algo muy pesado la atraía al suelo. Nunca antes se había sentido así. ¡De pronto escuchó una voz!
-¿ Qué haces aquí?
Sorprendida, miró hacia todos lados y nada vió. Pero la voz, esta vez más enojada aún , le preguntó:
-¿Quién te dio permiso para entrar aquí?
Al fin lo vio, era un pequeño conejo rosado que se acercaba a ella gritándole enojado:
- ¡Tú no puedes estar aquí! ¡ Esta propiedad es privada! ¡ Pertenece al Dr Bach y yo soy su guardián!
Cuando la princesa escuchó el nombre del Doctor, una luz de esperanza iluminó su rostro.
¡ Había llegado al lugar indicado! Decidida como nunca, trató de explicarle al conejo su problema.
Su voz sonaba tan triste que Rosado ( así se llamaba ) ,se compadeció de ella y decidió ayudarla diciéndole:
- ¡ No cualquiera puede ver al Doctor! ¡Muchos quisieron hacerlo y no lo lograron! Sus fines no eran puros y la codicia le impidió llegar a él. Si lo que me dices es verdadero, podrás encontrar la llave que abre el portal. Y recién ahí lo verás.
-¡ Adios muchacha, que tengas mucha suerte!
Margarita quedó sola, otra vez. Una voz interior le decía ¡Cruzá el puente! ¡ Tienes que cruzar el puente! Ella siempre tuvo temor al agua, pero si su voz le decía que tenía que cruzar el puente, lo iba a hacer, ya que jamás la desobedecía. En ese momento recordó a su padre cuando le decía "Todos tenemos un ángel de la guarda que nos guía, cuando te habla escúchalo, Él nunca se equivoca" .
Y así fue, temerosa empezó a cruzar el puente. No tenía baranda y debajo corría un arroyo bastante caudaloso. Pero la voz le decía : ¡Seguí! ¡No mires hacia abajo! ¡Continúa! ¡Ya falta poco! Al final lo encontrarás. Y la voz como siempre no se equivocaba. Porque al final del puente: ¡ Ahí estaba! Confundida con las hojas: ¡ la llave!
Margarita, rapidamente, la tomó y no sabe bien por qué, una sensación extraña invadió su cuerpo.
Se sintió más segura y con una destreza desconocida saltó entre las flores hasta llegar al portal.
Era como un espejo, pues solo se reflejaba su imagen. ¿ Y ahora qué? Tenía un espejo y una llave.
¿Qué hacer con esas dos cosas? Otra vez, volvió a escuchar la voz que le susurraba: ¡ Tu corazón es la clave! ¡Ponla en tu corazón!
Margarita no entendía bien que
le quería decir. Volvió a mirarse en el espejo
y automáticamente extendió su mano con la llave y la coloco
donde el espejo reflejaba su corazón y ¡ Oh sorpresa! El portal se abrió y la
princesa entró a la casa.
Nunca había visto nada igual, ella que estaba acostumbrada al lujo y rodeada de cosas maravillosas no se igualaba con lo que estaba viendo. Eso no se podía comprar con dinero. Pertenecía a otro mundo. Y como salido de otra dimensión apareció vestido de un blanco inmaculado el Doctor Bach. Su figura era imponente y la luz que irradiaba iluminaba todo el cuarto. Se fue acercando a la princesa y con una dulce voz le dijo:
- ¡ Muchacha, eres muy valiente! ¡ No todos pueden llegar hasta acá! ¡ Tu fin es sublime! ¡ Estás preocupada por tu padre!
- Sí. ¿ Cómo lo sabe?
-Cuando tu imagen se reflejó en el espejo, mostró tu alma, me compadecí de tu tristeza y te dejé entrar.
- ¡ Ahh! ¡Eres como un mago! ¡ Entonces debes saber que le está pasando a mi padre!
- Sí, niña. Tu padre es un hombre muy generoso y sabio. Ha tenido que enfrentarse a situaciones muy difíciles y ha salido airoso de ellas. Todos en su reino lo quieren y lo respetan pero lo tratan como a un Dios y ahí esta el problema. Él ,es un hombre y como tal tiene sus límites. Ahora siente que sus fuerzas lo han abandonado y esa voz que tú escuchas, él ya no lo hace. Y eso lo tiene angustiado, porque siente que su ángel de la guarda lo abandonó.
-¡ Pero no! ¡ Eso es imposible! ¡Él siempre me dijo que el ángel nunca te abandona!
- ¡ Y así es, siempre está! Somos nosotros , los que dejamos de escucharlo.
-¡ Por favor Doctor Bach! Dígame : ¿ Qué puedo hacer para ayudarlo? Lo que usted me diga yo lo haré.
-Veo que eres una muchacha decidida y de buen corazón. El amor a tu padre te trajo hacia mí y yo lo valoro y por eso te voy a confiar mi secreto. Todas esas flores que tú viste de diferentes tamaños y colores tienen un poder. Cada una de ellas, emana una energía que apunta a sanar nuestras emociones. El interior de tu padre se enfermó y hay que sanarlo. Necesita volver a escuchar su voz, conectarse de nuevo con su ángel.
- ¡ Si! ,dijo Margarita. ¡Tal cual! ¡No podrías haberlo dicho mejor!
El doctor, juntó unas flores de diferentes colores, las puso en un recipiente, pronunció unas extrañas palabras y como algo mágico, salió un líquido que lo envasó en un frasco y se lo dio a la princesa.
Y le dijo: ¡ Guárdalo bien y cuando llegues a tu castillo y veas a tu padre dáselo y asegúrate que lo tome.
Y en poco tiempo verás los resultados. Y recuerda: " La curación emana de nuestro interior igual que la enfermedad". Margarita, tomó el frasco, lo guardó bien guardado, agradeció al Doctor Bach y se fué.
Atravesó los portales y llegó al castillo. Nadie se había dado cuenta de su ausencia.
Se dirigió a la habitación de su padre y con una dulce vos le dijo:
-¡Padre mio!, si quieres volver a escuchar la voz de tu ángel toma esto. ¡Por favor!
El rey, miró a su hija tan angustiada que no pudo decirle que no. Tomó el frasco y bebió lo que allí había y quedó profundamente dormido.
A la mañana siguiente, como despertando de una
pesadilla , Salomón se levantó a desayunar con una sonrisa y lo primero que
dijo a todos fue: ¡Hoy volví a ver y a escuchar a mi ángel!
Margarita sonrió y abrazó a su padre como nunca.
Fin.